En el arte es demasiado difícil -diría yo, imposible- decir que algo es correcto o incorrecto, malo o bueno, verdadero o falso, pues la ventaja de exponer una idea llena de alegorías y subjetivismo es que al momento que alguien intenta negar o contradecir una obra de tu autoría, siempre podrás seguir argumentando en base a las múltiples connotaciones que puede tener tu interpretación original. También, podrás encontrar algo incorrecto en tu intención inicial, pero tu obra siempre se podrá adaptar sin que alguien pueda siquiera reprochar esto. O si alguien llegara a interpretarlo de una manera distinta, a final de cuentas, el sentido "válido" siempre será el tuyo.

De esta forma, nunca nadie podrá rebatir exitosamente tu obra. Casi como una religión.

Comparte esta entrada en twitter